Parte II
Inecia
Dice la Primera Ley de la Física que los cuerpos siempre tienden a permanecer en el estado en que se encuentran. Nuestras rutinas son un increíble ejemplo de ello.
Incluso si el trabajador realiza los cálculos de viabilidad de su nuevo medio de vida, si su idea de negocio tiene un mercado comprobado, si hay clientes y quiénes son, y si usted ya tiene alguna relación con ellos, a veces todavía no es suficiente para que alguien tome alguna iniciativa de cambio y lo lleve a cambiar lo cierto por lo dudoso y el ritmo diario y semanal de levantarse temprano y salir a trabajar, que parece haber entrado en su forma de vivir la vida, para ser jefe del propio negocio. La sensación de quedarse atrás al ver a sus vecinos saliendo a trabajar un lunes por la mañana, puede causar una inexplicable incomodidad al trabajador que siempre ha sido trabajador y que de repente se ve sin un jefe para controlarlo.
Riesgo y Responsabilidades
Además, al convertirse en emprendedor el trabajador necesitará, a partir de eso, responsabilizarse enteramente por la propia renta, y así pasar a incorporar este riesgo y peso en sus decisiones de vida y también su propia previsión y jubilación. Buena parte de las personas tampoco están listas para esta ingeniería de su propia vida. También por eso, nos sometemos a tercerizar estos problemas y responsabilidades a nuestros patrones. Necesitamos de ellos para disciplinar y cobrar metas y cargar el peso de estos riesgos para nosotros.
Dueño de sí mismo
Ser libre, y dueño de sí mismo, por lo tanto, es un estado solamente alcanzado por aquellos que asumen estas dimensiones de su propia vida para sí mismos, queramos o no. Quien no sea capaz de proveer soluciones para administrar flujos de caja irregulares y el bienestar en la vejez, acabará algún día viéndose dependiente de alguien para sobrevivir.
Cerca del abismo
Por efecto de la inercia y de los riesgos involucrados, para algunas personas acaba siendo muy difícil asumir estos costos involucrados en ser dueño de sí mismo y enfrentar estos desafíos voluntariamente. Por su complejidad, muchos optan por vender un poco de su libertad por la comodidad de un plan de carrera, un plan de salud y beneficios. Pero por otro lado, todos los días las condiciones de mercado lo imponen más competición para conseguir lo necesario para sobrevivir. Su dinero compra menos, su jefe cobra más, y la salud reclama. Mantener ahí tiende a sólo empeorar y el riesgo de salir demasiado tarde y no conseguir reciclarse para el mercado a tiempo, es un coqueteo con el abismo.
10 mil horas
Pero en este proceso de reciclaje, el trabajador también tiende a encontrar inevitablemente su salvación dentro de sí mismo, en su propia creatividad e intuición, partiendo de algo a lo que ya se ha dedicado por gusto, voluntariamente, y de ahí derivar algún tipo de negocio.
La regla de las 10 mil horas fue una simple idea presentada por un periodista llamado Malcolm Gladwell que explicó de modo lógico que el secreto del éxito o maestría de cualquier cosa es la acumulación de 10 mil horas de dedicación voluntarias a algún arte o oficio.
Cuando no se trabaja en lo que se ama, normalmente se ocupa parte del tiempo libre con pasatiempos y pasiones que nos dan placer. Estas ocupaciones pueden servir como un nuevo punto de inercia para reestructurar la vida y sus rutinas o cualquier asunto de que se tiene mucho conocimiento, como cervezas, turismo, o literatura fantástica, pueden convertirse en un negocio y resolver este problema de monetización productiva rutinas de individuos y familias.
Estos conocimientos acumulados del pasado pueden servir como un punto de tracción para alguien que quiera cambiar su forma de ganar dinero en el futuro.
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